La memoria que sopla: otro 25 de febrero

Banderas

en tu corazón

¡yo quiero verlas!

Ondeando, luzca el sol o no.

Cada 25 de febrero nos toca vivir al filo del cuchillo que, hace 44 años, el terrorismo de Estado y sus complicidades civiles le clavaron a la Biblioteca Popular C.C. Vigil. Y, por definición, al diverso movimiento popular que le dio vida, sentido, horizonte.

“Si los negritos quieren tocar el piano que se lo compren”, es una de las tantas expresiones de desprecio antipopular con que el mando militar a cargo de la intervención puso en juego para reprimir uno de los procesos más dinámicos y democratizantes que vivió la ciudad de Rosario en las décadas del 60 y 70 del siglo pasado. Que creció y se expandió como un río por otros territorios del país fragmentado, con delegaciones en San Juan, Santa Fe, Buenos Aires.

El problema siempre fue que lxs laburantxs se organicen, que los pianos sean de todxs, que los privilegios se discutan con el ejemplo peligroso de la construcción popular. “¡Construya y gane!” era el lema de una biblioteca popular del sur rosarino que, a través de su enorme bono, distribuyó alegrías y recursos al servicio de su comunidad de veinte mil socixs. Construya y gane…

Es ocioso preguntarse “qué hubiese sido si la historia fuese otra que la que fue”. De lo que no podemos dudar es que, en el centro del siglo XX, en el barrio Tablada se levantó una construcción popular con la capacidad de mimetizarse con las necesidades de su medio social, de contener problemas comunes mediante creaciones que, aún desde el presente, resultan novedosas y más necesarias que nunca. Escuelas, jardines, maternales, una universidad popular con observatorio propio para la formación del pueblo. Una editorial y un servicio bibliotecario a la altura de los mejores del mundo. Un perfil latinoamericanista, federal, ilustrado y popular. La enorme capacidad para adaptarse y sobrevivir (¡creciendo!) a otras dictaduras previas que, como sabemos bien, abundaron la mayor parte de nuestra historia como nación. Nuestra democracia no viene dada, es un motor de lucha permanente; frágil y amenazada, en Argentina aprendimos que para no repetir no hay que olvidar, que sin memoria, verdad y justicia no hay Nunca Más. Gracias a nuestros organismos de derechos humanos, las madres y abuelas, embanderadas con los pañales de lxs hijxs desaparecidos, demostraron de qué está hecho el coraje y el amor cuando de luchar se trata.

Democracia también es que nadie se quede sin pianos. Que no haya una educación para lxs pobres y otra para lxs ricos, que los privilegios no sean la pauta ordenadora de las jerarquías sociales. Arañar lxs principios de igualdad y justicia que están en la historia de la humanidad, también es que nadie se quede sin piano, y por ende, de derechos para las mayorías.

A 44 años de esa infame intervención militar, a poco menos de un año del histórico fallo en la causa FECED III, de la que la institución fue querellante como testimonio del plan sistemático y su accionar represivo en el plano cultural, reivindicamos la memoria y las banderas que sostuvo en alto La Vigil. Nuestro presente sigue siendo el de luchar por la reparación histórica, por los más de 20 años de saqueo, destrucción y desidia padecida por nuestros dirigentes, socixs, alumnxs, trabajadores.

Nuestro horizonte sigue siendo el de la democratización de los bienes de la cultura popular, el de la recuperación del proyecto comunitario que, primero la dictadura desde el 76 y luego los gobiernos neoliberales, pretendieron (¡y pretenden!) destruir. Seguiremos resistiendo: al neoliberalismo y sus secuelas, a los estragos empobrecedores de esta tragedia sanitaria llamada Covid, al miedo que se instala entre nosotrxs. Abriendo nuestras puertas, cuidando nuestros espacios, poniendo el cuerpo para el encuentro con nuestrxs socixs en este tiempo tan difícil. Con coraje, lealtad, amor por esas banderas que aquí fueron izadas, aún soñamos con los ojos bien abiertos.

Confiamos en la memoria popular, esa latencia que pasa de generación en generación, ya no como un mandato impuesto, si no como el profundo deseo colectivo de no dar por perdidas las banderas, para que ondeen alto, luzca el sol, o no.

A 44 años de la intervención cívico militar a la Biblioteca Vigil, seguimos exigiendo:

Memoria

Verdad

Justicia

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La cita corresponde a Juguetes Perdidos – Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota